terça-feira, 10 de julho de 2012

El bosón de Higgs, la “última” partícula

Fonte dessa imagem AQUI.


La física es una ciencia experimental: solo acepta como un hecho científico
aquello que es medible y reproducible experimentalmente. La historia de la
ciencia, sin embargo, ha denigrado la práctica experimental durante mucho
tiempo. Afortunadamente, esa tendencia ha sufrido un cambio desde los
años 1980 y hoy son numerosos los autores que se interesan en la práctica
científica, insistiendo en su autonomía y en su dinámica y lógica de
conocimiento propias1. Preguntas del tipo: ¿Cómo se desarrolla el trabajo
cotidiano de un investigador en física? ¿De qué manera se toman las
decisiones en los laboratorios de investigación? ¿Cómo se elige entre
diferentes líneas de investigación posibles? ¿Cómo se termina un
experimento? ¿Cuál es el proceso que lleva a grupos experimentales
compuestos de numerosos investigadores a anunciar un descubrimiento o, al
contrario, a detener el experimento y cambiar de proyecto? ¿En qué medida
se toman tales decisiones con base en criterios puramente científicos?...
pueden así encontrar respuesta a través de un análisis histórico-sociológico
de la práctica experimental.


Otros historiadores se han interesado más por cuestiones de carácter
epistemológico, intentando identificar las estrategias adoptadas por los
científicos para convencerse de la validez de sus resultados y poder
defenderlos ante sus iguales. ¿Cuál es, entonces, el proceso que lleva al
experimentador a interpretar sus resultados, a darles cierta validez y a
establecer un consenso en cuanto a su verdadera significación? Pregunta de
plena actualidad después del anuncio, el pasado 4 de julio, del
descubrimiento en el CERN de una nueva partícula.


Leia a íntegra AQUI.

Nenhum comentário:

Postar um comentário