quarta-feira, 25 de fevereiro de 2009

El pensamiento vivo de un dinosaurio


Dice que Roma es “neocomunista” y que Ratzinger es “modernista”. Desprecia la democracia y sostiene que los políticos deberían someterse a la Iglesia. Ayer se fue del país, apenas conteniendo las ganas de golpear a un periodista que lo perseguía.

Por Gustavo Veiga, para Página/12

El último acto público del obispo británico Richard Williamson antes de abandonar la Argentina fue levantar su puño derecho de manera desafiante hacia un periodista. Se trató de un gesto coherente. Sus escasos acólitos del seminario Nuestra Señora Corredentora de La Reja nunca lo hubieran perdonado si elevaba el puño izquierdo. En una conferencia dictada el 16 de mayo de 2008 titulada Nueva Eclesiología, había instruido a sus oyentes con una máxima política: “La democracía (así, acentuando la i, decía con su tonada gringa) es una buena palabra, pero debajo el caos”. Conceptos de este tipo solía lanzar desde su llegada al país en 2003 bajo una coartada falsa: sostenía ser empleado administrativo de la asociación civil La Tradición, negando su verdadero propósito como evangelizador integrista.

A Williamson se le va la vida –y también la lengua– tanto en temas de doctrina como el Concilio Vaticano II o el exterminio que practicaron los nazis antes y durante la Segunda Guerra Mundial. Dirigiéndose al Papa, cierta vez dijo: “Estos modernistas como Benedicto XVI están convencidos de que son católicos y quieren ser católicos”. No hay tema para el que no disponga de un sofisma, ya sea para cuestiones de la fe o de la relación entre el estado y la iglesia.

“La libertad religiosa no es la libertad de elegir cualquier religión” o “los políticos tienen que someterse a la iglesia, pero no quieren”, son algunas de sus frases que dejaron huella en aquella conferencia dictada en el Priorato San Pío X, de la calle Venezuela 1318, en el barrio de Monserrat. Pero el ultraconservador Williamson, que tiene un blog en inglés (www.dinoscopus.blogspot.com) donde aparece caricaturizado con cuerpo de dinosaurio, no estaba solo en sus seminarios.

Su superior del distrito para América del Sur, el padre Christian Bouchacourt, en vísperas de la última Navidad, escribió el editorial de la revista Jesús Christus (número 119) con frases muy poco piadosas para el eterno descanso de las almas: “Sorprende comprobar que hoy todo el mundo tiene derecho a un entierro católico. Un homosexual, un comunista, un divorciado vuelto a casar, un concubino o un masón notorio, que ayer era señalado como pecador público, observa cómo se le abren las puertas de la Iglesia sin que voz episcopal o sacerdotal alguna levanten la más mínima objeción”. Cuando el obispo británico abandonaba ayer el aeropuerto de Ezeiza, declaró: “Lo importante es que se fue, no queremos decir dónde”, citó la agencia Efe.

A Bouchacourt no se le atribuyen declaraciones antisemitas como a Williamson, pero hoy sigue conduciendo la Orden que, según datos actualizados a fines de 2005, contaba con una casa general, seis seminarios, dos institutos universitarios, diecinueve distritos, 159 prioratos, 725 centros de misa, 83 escuelas, 463 sacerdotes, 160 seminaristas, 85 hermanos, 57 hermanas y 75 oblatas.

La Fraternidad Sacerdotal San Pío X (en honor al Papa de ese nombre, 1835-1914), mantiene lazos estrechos en la Argentina con la asociación civil La Tradición, que había hecho figurar a Williamson como empleado, el argumento que utilizó el gobierno nacional para conminarlo a “hacer abandono del país en el plazo perentorio de diez días bajo apercibimiento de tener decretada su expulsión”. Esa sociedad está inscripta en la Inspección General de Justicia desde 1994 y, según el último registro que se tiene de ella en el sistema de la IGJ, su presidente sería Juan Carlos Seviani, su vicepresidente Guillaumne Devillen, su secretario Edgardo Albamonte y su tesorero Ricardo Félix Olmedo.

Williamson, un hombre alto, de 58 años (que aparenta más edad de la que tiene) y que solía utilizar en las ordenaciones de sacerdotes frases como “si resistimos a Roma, a Roma neocomunista, es por razones de doctrina y no sólo por la misa”, se define a sí mismo como un “experto en generalidades no muy esquemáticas”. A un grupo de aspirantes a clérigos, los empapó de su filosofía integrista en un castellano a menudo titubeante, que no se compadece del gesto con que se despidió en el aeropuerto. “Si hay católicos de buena voluntad que buscan un acuerdo con estos neocomunistas es que no han comprendido el problema”, los adoctrinó sobre la Iglesia de Roma y de Benedicto XVI.

Todos estos conceptos están al alcance de la mano en Internet, donde los sermones o conferencias del obispo que minimizó el Holocausto se mimetizan con las de otros integrantes de Fraternidad San Pío X, como su superior general de la Orden, Bernard Fellay, quien ahora tiene en sus manos el destino del pastor que se quedó sin rebaño.

La copiosa cantidad de definiciones integristas que durante casi seis años les entregó Williamson a sus fieles que acudían al seminario de La Reja (del que era director), desbordarían está página. Entre sus preocupaciones están el paganismo que acecha al culto católico, la nueva iglesia tiránica, el imperialismo cultural de Europa, los desvíos del Concilio Vaticano II, la falta de autoridad y las herejías.

Pero lo que mejor define sus concepciones del mundo es el dibujo que adorna su blog y en el que también puede leerse la frase en inglés “The home of the weekly columns of Bishop Richard Williamson, of the Society of St Pius X” (El sitio de las columnas semanales del obispo Richard Williamson, de la Sociedad San Pío X). Esa caricatura que se ajusta mejor que ninguna definición a sus cánones religiosos. Mitad hombre mitad dinosaurio.

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