segunda-feira, 1 de dezembro de 2008

ENTREVISTA A MAGIC SLIM, UNA LEYENDA DEL BLUES


“Siempre estoy en la ruta”

El guitarrista llega a Buenos Aires para presentar Midnight blues, el último álbum de una extensa discografía. Dice que aquí se siente “como en casa”. Y agrega: “Aunque no conocí a Pappo, sé perfectamente que la Argentina es un país muy blusero”.

Por Cristian Vitale, para Página/12

Por negras y místicas, las vidas de bluseros suelen ser fascinantes. Leyendas de algodón oscuro que van de ese rey del Delta Blues que le entregó su alma al diablo en un cruce de caminos, y murió envenenado en Greenwood por un marido furioso (Robert Johnson) al otro que animó el ánima de los mismísimos Stones y terminó pintando las paredes del sello Chess (Muddy Waters). O la imagen, muy perturbable por cierto, de Leadbelly atado a una bola de acero en la cárcel de Angola. Tientan los deseos de transformar la historia en imaginación y estar en la encrucijada de Johnson, en el estudio donde Waters grabó por primera vez “Long distance call”, o en el temible presidio donde iban a parar los esclavos borrachos de los algodonales del sur de los Estados Unidos. Difícil e improbable, dada la carestía aérea, pero Magic Slim (Morris Holt) puede tender un puente hacia ellos. Es negro, nació en Torrence, Mississippi, el mismo año en que Johnson registró Nothing but the blues (1937) y, a falta de aquéllos, mañana tocará en vivo en la Argentina: 21 en horas en el Teatro IFT (Boulogne Sur Mer 549), acompañado por Adrián Flores en batería, Gustavo Rubinsztein en bajo y Juan Codazzi en guitarra: la Blues Special Band.

“La primera vez que vine aquí sin mi banda, me sorprendió cómo los argentinos conocían mi estilo. Hablo de los músicos que me acompañaron y que me acompañarán ahora. Pude hacer mi trabajo muy cómodo, como en casa. Aunque no conocí a Pappo, sé perfectamente que la Argentina es un país muy blusero”, señala él, en la previa. Hay, más allá de las diferencias de nombres e historias, un eslabón que ata a Magic con ese pasado mítico: él también empezó tocando la guitarra de alambre en el coro de una iglesia; trabajó en los campos de algodón, donde un accidente en el meñique de la mano derecha le impidió de por vida tocar el piano, y emigró a Chicago (como tantos otros), donde tuvo que hacerse en medio de una competencia feroz, al punto de alternar jam sessions como guitarrista con tareas para ganarse el verde: lavaplatos o albañil. Pero gracias a Magic Sam (Samuel Maghett), viejo amigo del Mississippi y maestro de la guitarra acústica, Slim pudo ir a más: en 1965, luego de pasar una década manejando camiones, trabajando donde fuera y perfeccionando su estilo, se largó con su primera banda estable (Mister Pitiful & The Teardrops), que permaneció, sin el Mister, hasta hoy. “Sam fue mi mentor, la verdad es que aprendí mucho con él... ¡oh! Sam era algo diferente. El me ayudó mucho cuando llegué a Chicago por primera vez. En ese momento era un lugar muy difícil para los jóvenes, porque muchos querían hacer lo mismo: tocar y vivir de la música. Con el tiempo, después de mucho trabajo, alguien nos premió como banda y lo agradezco, pero nosotros solo nos dedicamos a seguir tocando blues”, dice, desde algún lugar de Nebraska.

Amigo personal de otras luminarias del género (James Cotton y Lonnie Brooks, entre ellos) y admirador de Little Milton, Hound Taylor y Albert King (“ellos fueron realmente geniales”), Slim llega al país para presentar Midnight blues, el último trabajo de una discografía que nació en 1977 con un disco en vivo (Born under a bad sign), se engrosó al año con Highway is my home y llegó a sus picos más altos con Grand Slam (1982) y Snakebite (2000). El flamante Midnight, editado por el sello Blind Pig, es mucho blues con un poco de soul en el medio y tiene 13 canciones, casi la mitad compuestas por él (se destacan “Let me love you” y “Full load Boggie”) y algunas perlas históricas como “You can’t lose what you ain’t never had”, de Muddy Waters y “Spider in my Stew”, de Willie Dixon. “No sé si soy reconocido como debería o no. No me importa, no pienso en eso. Nosotros siempre estamos en la ruta, tocando. Apenas soy un bluesman haciendo su trabajo”, determina austero, como si necesitara economizar palabras. El nosotros incluye a los Teardrops, banda que lleva más de 40 años tocando: su hermano Nick, John Primer, Alabama Juniors Pettys. “También llamó los Teadrops sudamericanos a la banda que me acompaña acá... ellos son muy buenos, porque siguen la vieja escuela”, cierra.

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